Hay relatos que no se leen. Se escuchan
en voz baja, mientras cruje la madera
y alguien —o algo— acecha en la
penumbra.
SINOPSIS
Niebla. Campanas a lo lejos. Un reloj marca la medianoche. En un salón vic-
toriano, iluminado por el fuego de la chimenea y el destello tenue de las lám-
paras de gas, alguien carraspea, toma un sorbo de oporto y comienza a contar
una historia. Una historia de fantasmas.Pocos autores como Charles Dickens
supieron capturar el temblor que provoca lo sobrenatural cuando irrumpe en
lo cotidiano. En estos cuentos desfilan espectros atormentados, apariciones
entre la niebla, viajeros que encuentran más de lo que buscaban y presencias
que se materializan donde menos se las espera. Una galería de sombras que
surge, siempre, al anochecer. Porque para Dickens no hay Navidad, ni invier-
no, ni tertulia perfecta, sin un buen relato de fantasmas. Aquí están los mejo-
res: historias que estremecen, que despiertan esa mezcla de inquietud y placer
que solo puede producir el sonido de unos pasos donde no hay nadie, un golpe
seco en una puerta cerrada, o una figura que se desvanece cuando giramos la
cabeza. Para leer al anochecer es un compendio magistral del Dickens más
espectral y escalofriante. El Dickens que conocía como nadie el arte de poner-
nos los pelos de punta mientras nos hace sonreír. El Dickens de las casas en
penumbra, de los pasos en la niebla y de las presencias que nunca descansan.








