La construcción fabulosa de una especie de reino de la muerte, de un infierno en el que los sueños y el inconsciente colectivo son analizados y censurados, se convierte en una de las mejores alegorías del poder totalitario levantadas por Ismaíl Kadaré. En ella, el joven Mark-Alem, vástago de la influyente familia Quyprilli, consigue un atractivo puesto de funcionario en el Palacio de los Sueños, inquietante organismo estatal al que cada ciudadano está obligado a enviar por escrito un informe de lo soñado durante la noche.
Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde