El estreno en 1835 de «Don Álvaro o la fuerza del sino» supuso el afianzamiento del drama romántico en España. Apoyándose en leyendas andaluzas, Ángel Saavedra, Duque de Rivas (1791-1865), muestra en esta obra su gusto por las situaciones extremas y por los contrastes, y define el prototipo de héroe romántico -gallardo, valiente, apasionado, entregado a un exaltado ideal amoroso, víctima de la intransigencia y los prejuicios sociales, y perseguido por un destino aciago-, a quien únicamente el suicidio permite reafirmar su libertad individual y exteriorizar su rebeldía y nihilismo.
Edición de Enrique Baltanás








